Mujeres y hombres, el tema de la equidad.


Amigas y amigos todos sean ustedes bienvenidos, bienvenidas al foro “La Igualdad de Género en la Segob. Un espacio de rendición de cuentas”.

Antes que nada permítanme transmitirles un saludo del Secretario de Gobernación, el Lic. José Francisco Blake Mora, en cuya representación acudo esta mañana con ustedes.

Quiero agradecerle a Laura Carera la organización de este foro y, sobre todo, por darle seguimiento a los trabajos de la Unidad de Género de la Segob. También agradecemos a Ana María su presencia, que nos acompaña esta mañana. Muchas gracias por su reflexión.

Sin lugar a dudas la situación de la mujer en México debe estar en el centro de la reflexión, sobre nuestra seguridad nacional. Eso no lo debemos de olvidar, debemos tenerlo claro en nuestra conformación de políticas públicas.

Y también a Julia agradecerle especialmente la presentación del Manual del Lenguaje no sexista. Sin dudas, la palabra refleja nuestro pensamiento y el pensamiento es el preámbulo de nuestras acciones, por ello debemos pensar mejor para hablar mejor y en consecuencia actuar mejor.

En la concepción del Derecho romano de la equidad ésta se presentaba como un opuesto a lo que es propiamente el derecho; en la actualidad, la equidad es considerada como un elemento del derecho positivo y como un criterio para la interpretación y la aplicación de la ley. Ya no es un principio extraño.

La equidad ya no está en conflicto con el derecho.

Para muchos la equidad es la expresión de la idea de la justicia no encerrada dentro de los límites del derecho positivo, sino en su esfera y su acepción más alta. Al respecto, Castán ha definido la equidad como el criterio de determinación y valoración que busca la adecuación de las normas y de las decisiones judiciales a los imperativos de la ley natural y de la justicia, en forma tal que permita dar a los casos concretos de la vida un sentido flexible y humano, no rígido y formalista”

Recordamos el ejemplo que exponía la Notaria Sara Elisa Ortega Garnica, con motivo de la conmemoración del Año de la Equidad en 2003, respecto que, en su momento, la Ley Electoral de Poderes Federales sólo reconocía a los varones el derecho al voto, aún cuando el Artículo 34 Constitucional le daba el carácter de ciudadanas. Este acto de injusticia y desigualdad quedó resarcido en 1953 con el reconocimiento del derecho al voto de las mujeres.
Así, la equidad como elemento fundamental del derecho positivo mexicano, consagrado en nuestra Constitución, quedó claro que debía prevalecer por encima de aquellas normas que aún adolecían de un enfoque inequitativo.

La igualdad formal implica que la ley en su texto proteja a todas las personas sin distinción, y requiere que esta protección sea igualmente accesible para todas las personas en la situación descrita por la norma jurídica mediante los actos de aplicación individuales de esa ley.

El derecho a la igual protección de la ley significa que ésta no puede ser aplicada de manera distinta a personas en situaciones similares pero también que la ley no puede ser aplicada de forma idéntica a personas en situaciones diferentes.

Un ejemplo de los avances en materia de equidad, es la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres que en su artículo 6º nos señala que: La igualdad entre mujeres y hombres implica la eliminación de toda forma de discriminación en cualquiera de los ámbitos de la vida, que se genere por pertenecer a cualquier sexo.

La equidad de género en políticas públicas es una estrategia en la que se establecen mecanismos de compensación para lograr que hombres y mujeres tengan las mismas oportunidades, derechos y responsabilidades, acceso equivalente a los recursos, beneficios y servicios del Estado, alcanzando de este modo una distribución equilibrada de poder.

La igualdad sustantiva es la igualdad de hecho o material y supone la modificación de las circunstancias que impiden a las personas el ejercicio pleno de los derechos y el acceso a las oportunidades a través de medidas estructurales, legales o de política pública.

Es así como en el Gobierno Federal promovemos una cultura de equidad de género, entendida como la plena participación de la mujer, en condiciones de igualdad, en la vida civil, cultural, económica, política y social del país, así como la erradicación de todas las formas de discriminación por motivos de sexo.

Debemos tener muy claro que se viola el derecho a la igualdad cuando se niega o se limita el acceso de la mujer a la toma de decisiones y al poder político en igualdad de derechos y oportunidades con el hombre; se viola el derecho a la equidad cuando se da un trato discriminatorio en la legislación, en la políticas públicas y también en los tribunales.

Para terminar con estas prácticas tenemos todos los que estamos aquí el deber de trabajar en reformas con especial énfasis en los derechos humanos de las mujeres, promoviendo nuevas leyes y reformando las existentes en todos los ámbitos: en el penal, en el civil, el administrativo y en los derechos procesales, en todas las normas destinadas a prevenir, erradicar y sancionar la violencia contra la mujer en todas las formas y en todas las expresiones.

Sin embargo la labor legislativa no es la única en la que debemos avanzar. Paralelamente con ese proceso, es necesario continuar desarrollando programas de difusión y de educación para toda la población.

Debemos enfatizar en la existencia y el alcance de los derechos de las mujeres ante la ley, pues sólo a través de este conocimiento estaremos avanzando hacia la eliminación de la discriminación contra la mujer, así como en un proceso de concientización de los hombres, de todas las edades, sobre la importancia de reconocer y respetar los derechos de todas las mujeres.

Y esto no se trata de un juego de suma cero en el que para lograr mejorar el bienestar de las mujeres se debe disminuir el de los hombres, sino que una mayor equidad de género mejorará el bienestar general.

En esta búsqueda de la equidad de género no se debe adoptar una posición que enfrente a hombres y mujeres, sino que los hombres pueden y deben colaborar y trabajar conjuntamente para lograr una equidad de género en los diferentes ámbitos de la vida social, política y económica.

Una de las principales formas de lograr la equidad de género es el empoderamiento de la mujer. En la actualidad, la mayoría de las posiciones laborales que implican tomar decisiones que tienen que ver con las asignaciones de recursos, la mayoría de los gerentes, la mayoría de los mandos medios de empresas y en la administración pública y aún en puestos políticos, están ocupados por hombres.

Como cualquier cambio social, los que se dan en las relaciones de género desafían formas tradicionales de poder, por ello estos cambios pueden generar resistencias.

Es por ello que los planteamientos sobre género deben ser flexibles y definidos para cada contexto. Es importante que estos cambios incorporen tanto los intereses comunes, concordantes o divergentes, de mujeres y hombres.

La promoción de la equidad de género es eficaz y facilita los cambios sociales cuando se abordan todos los niveles: diálogo político, desarrollo institucional y relaciones entre organizaciones básicas como la familia. Estas acciones, de acuerdo a objetivos perseguidos, reducirían las inequidades como la brecha de género en la educación o en la representación política.

Es importante considerar que las concepciones relacionadas con los géneros no sólo cambian con el tiempo, sino que cambian entre las diferentes culturas. Es decir, en un mismo momento, podemos encontrar en diferentes países o aún en diferentes regiones de nuestro propio país, mayor o menor inequidad entre hombres y mujeres.

Sin embargo, el hecho de que las concepciones sociales cambien con el tiempo y entre las culturas, plantea el desafío de contribuir al cambio social y cultural para lograr que se eliminen esas barreras que aún existen.

Es preciso reconocer expresamente y valorar equitativamente el trabajo de la mujer, pues la misma realiza múltiples funciones y responsabilidades que contribuyen de manera muy importante en el desarrollo socioeconómico de los países.

De ahí la necesidad de incorporar su participación en los programas de ajuste y desarrollo social; asegurándole condiciones equitativas de trabajo, que le permitan gozar de sus derechos humanos en el campo laboral.

Amigos y amigas todos:

Si bien es cierto que el reciente avance significativo en la condición jurídica de las mujeres en México ha otorgado una mayor igualdad de derechos y consolidación de sus derechos humanos, aún no alcanzamos la garantía del pleno respeto y disfrute de los derechos humanos de las mujeres.

Aún es necesario desarrollar amplios programas de promoción y divulgación de esos derechos. Necesitamos fortalecer estos derechos, generar más convenios y crear más leyes en la materia, pues estos son mecanismos que permiten poner fin a la discriminación.

El Estado tiene la responsabilidad primordial de promover y garantizar la protección de los derechos humanos, entre ellos la igualdad y equidad, especialmente de las mujeres.

Es imprescindible sensibilizar a toda la sociedad y en especial a las instancias que intervienen en la elaboración y promulgación de leyes que todos los actos violatorios de los derechos de las mujeres constituyen un agravio a sus derechos humanos. A partir de ello podremos avanzar hacia una nueva legislación más equitativa, que respete, proteja y garantice la efectividad de los derechos humanos sin discriminación alguna.

Es necesario eliminar todo vestigio de discriminación, por pequeño e intrascendente que pudiera parecer. Por eso, hombres y mujeres tenemos que asumir seriamente el compromiso de trabajar juntos en la construcción y consolidación de un mundo más equitativo y humanizado, donde ambos sexos gocemos plenamente y sin discriminación de los derechos humanos.

La evolución de las leyes en los últimos años y el cumplimiento de los anhelos de la sociedad en torno de la equidad de género y de oportunidades de todos los ciudadanos es indudablemente un logro de la equidad frente a la injusticia.

Antes de concluir quiero destacar la labor especialmente de las legisladoras de nuestro Congreso de la Unión y de todas aquellas mujeres que desde la sociedad civil hacen posibles estos cambios.

Estos cambios son necesarios para la consolidación de una nación democrática e incluyente como la que queremos.

Muchas gracias.

PALABRAS PRONUNCIADAS EL 22 DE MARZO DE 2011, EN LA INAUGURACIÓN DEL FORO “LA IGUALDAD DE GÉNERO EN LA SECRETARÍA DE GOBERNACIÓN. UN ESPACIO DE RENDICIÓN DE CUENTAS”.