Don Pepe y la conciencia

Por allá de 1987 hubo una reunión de notables panistas sinaloenses durante todo un fin de semana con Don José González Torres, en la casa del Maquío Clouthier, en las playas de Altata.

El principal motivo de la encerrona fue estudiar los Principios de Doctrina del Partido Acción Nacional. Por alguna razón, yo me quedé de colado en esa reunión y fui testigo de algunas de las anécdotas que aún se comentan entre los asistentes a ese retiro.

Entre otros temas, llegó el momento de hacer algunas reflexiones sobre la conciencia y la moralidad de los actos humanos.

Comentaba González Torres que los filósofos y los teólogos se habían preocupado por estudiar esas cuestiones y que hacían complicados discernimientos y clasificaciones, mencionando, entre otras cosas, que se hablaba sobre conciencias verdaderas y erróneas; rectas y falsas; ciertas y dudosas; relajadas, estrechas, escrupulosas y perplejas.

Sin embargo, en lugar de entrar a un análisis detallado sobre el tema -que sin duda conocía bien- afirmó que la gran mayoría de los casos estudiados correspondían a asuntos prácticamente de laboratorio, por lo que se concretó a señalar una pauta para la vida diaria.

Así, remataba Don José que ante la pregunta de ¿cómo hacerle para saber si un acto es bueno o es malo? la regla es clara, y sentenciaba el sabio viejo: “¡No se hagan pendejos!”

En todos nosotros se ha encajado algo que constantemente nos recuerda lo que es verdadero y bueno. A ese algo le llamamos conciencia y sentimos su insistente reclamo cuando no estamos haciendo las cosas bien.

Una obra, un pensamiento, una omisión realizados en contra de nuestra conciencia resultan intrínsicamente malos, por ello no debemos acallarla sino obedecerla y trabajar para formarla correctamente.

Aunque pareciera que este tema correspondería en exclusivo a cada persona, nuestra sociedad tiene que enfrentar a los perversos que deliberadamente trabajan para adormecer la conciencia de los demás. Así las cosas, se nos impone la obligación de ocuparnos de la tarea de despertar a los que se nos están durmiendo y una de las principales trincheras para este cometido debe ser la política.

Si entendemos a la política como una capacidad y obligación de servir al hombre y a la comunidad, tendremos que recurrir a la “técnica de salvación” que nos propone Efraín González Luna, atendiendo al llamado para despertar conciencias que desde 1939 nos hace Manuel Gómez Morin.

Regresemos al pensamiento de nuestros fundadores y de nuestros líderes históricos. Rememoremos a Don José González Torres como un Pepe Grillo de la política mexicana, diciéndonos a cada momento que ¡no nos hagamos pendejos!

Publicado en La Nación. 2005

 

1 comentario:

Anónimo dijo...

No he encontrado mejor definción de conciencia.