Carlos María Abascal Carranza

El pasado 26 de noviembre, con motivo de la ceremonia de investidura del título de doctorado honoris causa que la Universidad Anáhuac le otorgó a Don Carlos María Abascal Carranza, él mismo leyó un discurso que resulta ser un documento de referencia obligada para los que nos sentimos comprometidos con la construcción de un Estado Democrático de Derecho para México, centrado en principios humanistas, y porque no decirlo, con fundamento en una filosofía Cristiana.

Entre otras cosas, en su mensaje señalaba Don Carlos que “para que el servicio a los demás sea eficaz, el cristiano ha de prepararse toda su vida para ejercitar, sea cual sea su profesión, un liderazgo integral, capaz de  contribuir a eliminar  las causas estructurales de la pobreza, a darle plena vigencia al Estado de Derecho, a propiciar una justa distribución de la riqueza, a crear un ambiente de pleno respeto a los derechos humanos (incluido el de la libertad religiosa), a respetar y promover el principio de autoridad y a las instituciones, a participar activamente en la democracia, a hacer un uso responsable del medio ambiente, a educar, siempre desde la perspectiva del amor que le permita ver en cada persona el rostro de Cristo”.

Era un convencido de que la formación de hombres y mujeres integros es lo que se necesita para sacar adelante a nuestro México y al mundo en que vivimos; y el propio Carlos Abascal es el referente de lo que debe ser un hombre integro. No porque fuera perfecto, sino porque al verlo y tratarlo inspiraba la confianza de que se estaba ante una persona seria, con la que se podía dialogar y que era capaz de reconocer los errores y hacer lo necesario para superarlos.

Tuve el honor de conocer a Don Carlos. Aunque nos tratamos poco, no hay duda que los breves minutos de convivencia me dejaron un gran ejemplo.

La experiencia más interesante la viví en una ocasión en que envié un escrito a la dirigencia nacional del PAN, manifestando algunos desacuerdos en relación con la forma en que se estaba atendiendo un asunto determinado. Don Carlos se interesó de inmediato y me invitó a una reunión para discutir el tema, sin que tuviera ninguna obligación de hacerlo. Debo decir que no logré convencerlo de mi punto de vista y que él tampoco me convenció de sus razones.  No obstante, me trató con comedimiento y atendió a los motivos de mi visión. Me enseñó cómo se debe tratar a los que piensan diferente y definitivamente se ganó mi respeto.

En la última ocasión que tuvimos la oportunidad de platicar por algunos minutos, dialogamos en torno al tema de las virtudes. Me demostró, con su lógica impecable, la forma de encontrar un justo medio virtuoso entre dos extremos viciosos. También se concluyó en esa plática que no puede existir ese justo medio cuando se trata de las virtudes teologales. Nunca habrá suficiente fe, suficiente esperanza o suficiente amor, porque en esas virtudes siempre se puede aspirar a más. Unos cuantos momentos fueron suficientes para provocar una reflexión de las que dejan huella.

Sirvan estas breves líneas para reiterar mi respeto por Don Carlos María Abascal Carranza y expresar un sentido pésame a sus familiares y colaboradores cercanos. Nos quedamos con la humana tristeza por su partida, pero seguros y confiados de que habrá de resucitar en el Cristo que tanto amó y en que tanto confió. Descanse en paz.


2 comentarios:

Armando dijo...

JOSE MARIA CARLOS ABASCAL, LA PEOR ESCORIA DEL SIGLO XXI EN MEXICO. OJALA Y SU DIOS, QUE NO ES EL DIOS DE TODOS LOS MEXICANOS, LO PERDONE.

Felipe de J. Zamora Castro dijo...

Por el tono y su contenido, dudé en publicar el comentario anterior. No comparto la opinión de Armando respecto de Carlos Abascal y Dios.
Yo si creo en que hay un solo Dios para todos los mexicanos. No creo en el politeísmo.
Por lo que respecta a Don Carlos, solo me limito a recordar que “por sus frutos lo reconoceréis”.